jueves, marzo 08, 2007

Transcribir pasajes

Pablo, veo una interesante relación entre El libro de los pasajes de W. Benjamin y las transcripciones. Un libro que ya no dice sino que muestra; la cita ya no es cita sino montaje como nueva escritura del presente que se quiere inaugurando la verdad, ya no como saber histórico, hieratizada, sino como verdad que se expresa a través de sus objetos; de ese mismo modo, la transcripción es una forma de escritura, de qué otra forma mostrar lo que en realidad sucede en una época a la que cada vez más le es esquivo pensar? y al citar, dice B. esta nueva forma de escritura no es una apropiación sino un empleo, un empleo del desecho. Transcribiendo todos esos desechos de los que el proceso de edición prescinde, es donde efectivamente vislumbramos ese imposible pensarse de la época, todos esos desechos son los objetos con los que efectivamente se expresa la época y de ahí su verdad.

La transcripción inaugura en esa escena cuasi fantasmal (un no tiempo desde la fantasmagoría que es en realidad nuestro territorio al que como ciego se lo reconduce por una senda fantasmagorizada) una forma de deshabitar la zona real (la edición, la época completa está editada) que creíamos portadora de un decir (desnarcotizar dice benjamin) y plantarnos sin transición, sin cortinaje (comunicacional) en esa monstruosidad que efectivamente es el suceder y que detenta la transcripción transcripta. Quizá hemos llegado a una época en que no podamos sino mostrar con el dedo (del transcriptor) lo que acontece. Nada se dice. Nada se piensa. (Es eso explícitamente lo que nos horroriza de la transcipción) (la transcripción desinfla el globo de la firma que es el autor, la personalidad que ha ido creciendo y que constituye el marco desde el cual escuchamos; la transcripción revela que ya no escuchamos en tiempo real sino esperamos ser compensados por el tiempo virtual mediatizado). El transcriptor un desencantador del mundo mediatizado. Claudia